Destino y Libertad

Dos palabras fundamentales de comprender desde la perspectiva de las Constelaciones Familiares; dos conceptos con múltiples definiciones e interpretaciones que nos invitan a cuestionarnos nuestra manera personal de entenderlos y a realizar ajustes en ella si así lo decidimos.

En el enfoque sistémico, destino representa todo aquello que nos ha sucedido, nos está sucediendo y nos sucederá, sobre lo que no tenemos ningún control. Esto implica reconocer que son muy pocas las cosas sobre las que ejercemos cierto grado de control y que cambiar determinadas circunstancias está fuera de nuestro alcance. Es tomar conciencia de que, aunque quisiéramos, en muchos aspectos de nuestra vida es prácticamente imposible hacer modificaciones.

Lo anterior nos lleva a cuestionarnos el libre albedrío, nuestra libertad y su verdadero alcance. Por ejemplo, desde la perspectiva de las Constelaciones Familiares, nuestros padres forman parte de nuestro destino: no los elegimos, nos fueron dados, la vida nos los regaló sin que lo solicitáramos. Este hecho es inmutable. No tenemos ningún control sobre ello (aunque a veces experimentemos la ilusión de que sí, tarde o temprano nos damos cuenta de que no). No está en nuestras manos cambiar de padres, aunque hagamos mil y un intentos con esa intención.

Entonces, ¿qué nos queda? ¿Resignarnos? ¿Resistirnos, renegar y pelear incansablemente? ¿Tenemos alguna otra opción? ¿Dónde queda nuestra libertad?

Bert Hellinger expresó de manera clara (desde mi perspectiva) nuestras opciones ante el destino con una frase que, cada vez que la escucho o la comparto, sigue resonando en mi mente y suavizando mi corazón:

“Si te resistes al destino, este será implacable contigo. Si asientes al destino, este podría ser benévolo y cambiar para ti”.

Asentir al destino es nuestra opción más saludable, pues cuando logramos decir a todo lo que nos sucede, obtenemos dos beneficios relevantes:

  1. Asumimos que esto es lo que hay, que esto es lo que es, y, como consecuencia, logramos aligerarnos y fluir.
  2. Nos colocamos en una postura desde la cual podemos generar opciones ante lo que la vida nos presenta.

Aquí radica el verdadero significado de nuestra libertad: podemos elegir libremente (con conciencia o sin ella) dos posturas ante el destino. Responder no significa resistirnos, pelear con nuestro destino; responder representa lo que llamamos asentimiento. Y quizás, con esta actitud, el destino sea benévolo y cambie para nosotros.

Al decir a lo que la vida nos ofrece, nos permitimos realizar ajustes en nuestras decisiones, hábitos y comportamientos, e incluso actualizar algunos de nuestros valores. Todo ello se alinea con la postura principal de asentimiento que hemos elegido. Asentir en nuestro interior a lo que la vida nos brinda, a nuestro destino, a aquello sobre lo que no tenemos control, representa la actitud con la que podemos afrontar cualquier situación y, tal vez, obtener un resultado distinto, uno que nos beneficie a nosotros y a quienes nos rodean.

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