Movimientos  que ordenan

Esa semana se presentaba como una más en su vida. Transitar las actividades cotidianas y habituales sin mayores exabruptos hacía prever un finde semana tranquilo, ameno y propicio para recuperar energía para volver a la vorágine semanal.

Sin embargo hay eventos en la vida que son como una piedra lanzada al agua, no se sabe cuál va a ser el alcance de su impacto, cuántas ondas concéntricas generará a su alrededor y en que tiempo.

Aquel hombre de la villa, que presumiblemente tenía una rutina cómoda y simple, manifestó querer huir de ella y de la presión que le generaba alguna situación de su vida. Su biología encontró una forma de reacción ante su estar siendo perdiendo la capacidad de respuesta de la mitad de sus extremidades, su brazo y su pierna derecha. Comenzó para él un proceso que no podía entender, pero del que se sentía culpable.

  • ¿Qué le pasa por la mente a alguien que está atravesando una situación de pérdida, de la cuál es consciente pero que no puede controlar?
  • ¿qué sucede más allá de él y que está fuera de su alcance, a pesar de que comanda dentro de su cuerpo?
  • ¿cuál es el mensaje?

El alma se vale del cuerpo cuando quiere decirnos algo. Descifrar es la tarea.

Quizá abstraerse en una profunda inhalación hasta el fondo del ser, bucear en profundidades no muy placenteras, que asfixian pero que son necesarias para exhalar aquello que ya no sirve para seguir cre-Siendo en conSciencia.

Comenzar a buscar esos andamiajes que sostienen en momentos de descentramiento.

Volver al eje, al centro, sentir cada parte, cada músculo de una nueva forma, que queda visibilizado al soltar aquello que lo mantuvo encorsetado, en tensión por tanto tiempo.

El hombre de la villa se exponía ahora al gran desafío de su vida. Esta lo puso cara a cara con él mismo. Sus corazas, sus estructuras, sus creencias, sus debilidades, su vulnerabilidad pero también con su fuerza, su voluntad, su fortaleza, su fe.

Sondear por aguas densas y oscuras , turbulentas y agitadas, calmas y cristalinas son los estados del alma comandados por las distintas emociones que lo habitan por estos días.

Días de aprendizajes, días de desaprender y aprender, días de reflexión, de re-gestionar, de vulnerabilidad, de sentir la fragilidad de nuestro ser humano.

Sentir que en realidad todo nuestro universo se puede caer en un momento como pirámide de naipes, solo basta mover uno de base para que esto suceda.

Días de re-habilitar de nuevo, re-setear y volver a empezar con gratitud, de ver y sentir el vaso medio lleno, de lo que SI está a pesar del terremoto, de esa voz que nos habita, nuestro maestro, al que ponerle oído demanda un ¡BASTA! gigante a otras voces que buscan suplantarlo.

-“Gracias porque tengo lo que necesito para el día de hoy , y eso es suficiente”-

…pensaba el hombre en situación de surfeo con las olas más gigantes y bravas con las que se había topado en el trayecto de su vida.

Hoy mira hacia el horizonte en búsqueda del reflejo de los movimientos que comiencen a ordenar el camino hacia donde quiere ir.

Historias de la villa que pasan aquí y allá. Me pasa, te pasa, nos pasa.

Historias alteradas, integradas y ampliadas de la villa….

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