¿Qué opinas si te digo que una persona con un libro en las manos puede resultar más seductora que otra con un cuerpazo o luciendo el outfit de la temporada? Puede parecer exagerado, pero basta observar ciertas acciones —y unas cuantas conversaciones reveladoras— para descubrir que hay algo en el acto de leer que despierta deseo; no solo interés intelectual, sino genuina atracción. En el marco del Día Internacional de Libro te quiero contar por qué leer, al parecer, tiene un encanto que trasciende lo evidente.
Entre 2014 y 2021, la editorial española Gallo Nero lanzó una campaña denominada “Reading is sexy”, que consistió en imprimir posters con imágenes inspiradoras de estrellas como Paul Newman, James Dean y Audrey Hepburn, entre otras, quienes tienen entre sus manos —como compañía íntima y cómplice— un libro (https://www.gallonero.es/categoria-producto/reading-is-sexy/). Lo que parecía una ocurrencia de marketing terminó siendo una afirmación cultural. Leer, en el imaginario colectivo, tiene un aura de profundidad, de misterio y sensibilidad que otras actividades no proyectan con tanta fuerza.
Y no es solo una narrativa del gremio literario. El sitio de citas eHarmony (https://www.eharmony.com/) analizó los datos de sus usuarios y encontró que los perfiles que mencionaban la lectura como pasatiempo eran más atractivos para el sexo opuesto. ¿Por qué? Porque leer es sinónimo de curiosidad, de pensamiento propio, de cierta disposición a imaginar y a conectar, y en tiempos de inmediatez emocional, eso no es poca cosa.
Las mujeres, que leen, son peligrosas (Maeva, 2016),libro de Stefan Bollmann, analiza detalladamente numerosas obras de importantes artistas plásticos que ponen en evidencia la íntima relación entre los libros y el sexo femenino, ofreciendo un homenaje significativo y fortaleciendo el poder conferido a las mujeres gracias a la lectura; asimismo, la publicación examina, históricamente, cómo a la mujer lectora se le ha considerado poderosa y transgresora, por lo tanto… peligrosa.
¿Por qué una mujer que lee resulta magnética? Quizá porque está en otro lugar, en otro tiempo, porque está con ella misma, y eso puede ser profundamente deseable; de hecho, en algunas ediciones del libro, la traducción del título ha jugado más con la idea de la “atracción” que con la del “peligro”.
Las redes sociales también han adoptado esta idea. Un popular perfil de Instagram: @hotdudesreading, muestra únicamente a hombres leyendo, ya sea en el metro, en parques o en cualquier esquina de X ciudad; se volvió viral por una razón clara: no es solo que los hombres “se vean bien” leyendo, es que proyectan algo más, y así lo confirman las más de un millón de seguidoras (me incluyo) de este perfil, como si la lectura le diera al sexo masculino, una dimensión adicional, una interioridad que suma capas a su atractivo.
Como es obvio, no todos coinciden con esta idea. Sinjania Formación para Escritores ha expuesto el otro lado de la moneda: “Leer no es sexi” [sic], afirman. Su argumento es que la lectura ha sido convertida en un capital simbólico, en un marcador de estatus más que en una práctica real. Leer no garantiza profundidad, dice, y muchas personas lo usan como pose. ¿Qué tanto hay de cierto en eso? ¿Hasta qué punto estamos idealizando a los lectores?
Tal vez las campañas de promoción de la lectura fracasan porque tratan de convertir el libro en un objeto de consumo más. En algo que te hace sexi [sic], algo que puedes fotografiar y compartir en redes, que puedes consumir rápido y pasar a otra cosa. Pero la realidad es que esas no son las cualidades de la lectura ni las de los verdaderos lectores, por eso esas campañas están condenadas al fracaso. Prometen algo que no es, y es lógico que cuando el no lector descubre el engaño abandone la lectura. Por eso sería más correcto que las campañas de promoción hablaran de la lectura tal cual es. (https://www.sinjania.com/leer-no-es-sexi/).
En lo personal, confieso que me resultan atractivas las personas que van más allá de lo evidente; quienes pueden sostener una buena conversación, articular una emoción y cuestionar una idea. Una persona que lee —y que vive lo que lee— tiene una sensibilidad especial, y se nota. Su atractivo no se limita a lo intelectual: hay algo emocional, incluso ético, en su manera de estar en el mundo.
Tal vez el acto de leer, en sí mismo, no sea sexy, y para algunas personas pueda resultar aburrido, pero lo que la lectura despierta, sí lo es. Leer alimenta el pensamiento: el pensamiento afina el conocimiento: ¡el conocimiento empodera!, y ese poder —ese saber estar y saber decir— es, sin duda, una forma de seducción.
Como comentario al margen y como resultado de la investigación para elaborar este escrito, me topé con un interesante estudio realizado por la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Yale, que sostiene que la lectura —específicamente de libros— aumenta años de vida. Los científicos de dicha institución afirman que leer libros tiene efectos positivos sobre la salud. Este estudio analizó a 3,635 personas mayores de 50 años, demostrando que las que leen frecuentemente viven alrededor de dos años más en comparación con aquellas que no lo hacen. Dejo el enlace de la investigación por si quieres ampliar la información al respecto (https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0277953616303689). Sin duda, este es tema para otro análisis.
Para concluir, quiero compartir el resultado de un pequeño experimento que recientemente realicé en Instagram para confirmar la hipótesis. Pregunté a mi audiencia si creían que una persona lectora es más atractiva que una que no lee; el 98 % respondió que sí. Es claro, y la percepción colectiva lo confirma: no es el acto de leer lo que resulta sexy, sino lo que esto provoca. Así que ya lo sabes, si quieres convertirte en una persona magnética, ir al gimnasio no es la respuesta.
¿Y tú, crees que leer hace más atractivas a las personas? Me encantaría conocer tu punto de vista. Cuéntame en los comentarios: ¿alguna vez te has sentido cautivado por alguien que lee?
Un comentario
Leer claro que es sexy, por qué ser sexy es inteligente y sobre todo atractivo. Más a un quien puede escribir libremente para distinguir esa propiedad.