Ah, las bacterias… esas pequeñas criaturas que, aunque no soy microbióloga, sé que están en todas partes, mucho más cerca de lo que nos gustaría. En serio, estamos rodeados de ellas. Y no solo en nuestros intestinos, también en nuestras billeteras (aunque a estas últimas nunca les damos suficiente crédito, ¿no?).
Ahora bien, cuando se trata de hablar de alimentación, todos hemos oído alguna vez a los expertos mencionar a las famosas bacterias intestinales, esas que parecen tener una agenda propia. Estas microcriaturas insaciables parecen tener una obsesión con el azúcar que rivaliza con la atención de la mesa de dulces en un casamiento ¿Quién los puede culpar, verdad?
Y aunque no soy particularmente fan de lo dulce (o eso creía), descubrí que tenía una extraña relación de amor-odio con esas pequeñas delicias azucaradas que te encuentras comiendo sin darte cuenta: galletitas, sándwiches, facturas… todo ese arsenal de “tentaciones moderadas” que, curiosamente, parecen ser parte de una conspiración bacteriana para mantenerme inflamada y agotada.
Con el tiempo, sentí que algo dentro de mí (seguramente mis intestinos o el diafragma conspirando) me estaba gritando: “¡Basta, Vilma! Cambiá de hábitos, esta inflamación no da para más.
Así que ahí me tienes, emprendiendo la noble cruzada de reducir el azúcar en mi vida. Y vaya sorpresa, al quitarla empecé a sentirme mejor. Más energía, claridad mental… ¡y lo mejor de todo, menos hinchazón! Porque, seamos honestos, hay pocas cosas más molestas que sentirse como un globo en una reunión importante.
Lo curioso de este viaje de “autodescubrimiento intestinal” es que no solo me llevó a reflexionar sobre mis pobres tripas, sino también sobre otros tipos de inflamación que pasaban desapercibidas. Hablemos de la inflamación financiera, por ejemplo. Sí, esa hinchazón constante en la billetera que parece nunca bajar. Y entonces me pregunté: ¿Por qué siempre gasto más de lo que ingreso? Esto, amigas y amigos, sigue siendo uno de los grandes misterios del universo, al nivel del Triángulo de las Bermudas o los calcetines desaparecidos.
Después de años dándole vueltas, llegué a una conclusión revolucionaria: descubrí las bacterias psicológicas internas. Estas no se alimentan de azúcar, no, no… Se alimentan de “hábitos azucarados”. Esos hábitos que te dan una satisfacción inmediata, pero te dejan con una resaca emocional, física y, sobre todo, financiera.
Y aquí es donde empiezan las grandes preguntas existenciales:
- ¿Qué bacteria interna alimento cada vez que compro algo que claramente no necesito, pero que, por alguna razón desconocida, me parece imprescindible en el momento?
- ¿Cuántas veces fui por “una cosita” y terminé con una montaña de cosas que ni sabía que existían hasta que llegué a la caja?
- ¿Cuándo adquirí esa increíble habilidad de multiplicar mis compras con tanta destreza, pero al mismo tiempo pensar en cómo acabo de gastar 200 dólares cuando solo iba por 50?
- ¿Cuántas veces me he preguntado por qué tengo esta inflamación financiera crónica?
Estas son las bacterias psicológicas que estoy tratando de desenmascarar, esas que, aunque no son visibles, están tan presentes como las otras. Alimentamos hábitos que nos dan una sensación inmediata de bienestar (o de cumplir con alguna extraña misión de compras), pero a largo plazo solo nos dejan con la cartera vacía y el estómago lleno… de arrepentimiento.
Reflexión final
El verdadero desafío no es solo descubrir que estas bacterias existen, sino aprender a detenerlas antes de que se conviertan en un ejército imparable. Tal como las bacterias intestinales, estas también se pueden controlar con hábitos más saludables y un poco de autocontrol. Pero, claro, todo está en empezar. La clave está en ser conscientes de lo que nos lleva a tomar esas decisiones impulsivas y sustituirlas por hábitos que realmente nos fortalezcan, no solo físicamente, sino también emocional y financieramente.
Porque, al final del día, ¿quién quiere vivir inflamada por fuera y por dentro?
4 comentarios
Nunca había pensado esta analogía! La desventaja de las compras online, que no nos permiten visualizar el volumen de lo que compramos. Sin duda, una dieta saludable para comenzar a implementar!!! A partir de ahora, a descubrir probióticos económicos!!! Gracias por esta nota tan genial
Que bueno poder descubrir y describir esas baterías que no nos hacen tan bien, a corto o largo plazo . Lo más importante aún , tomar la decisión de comenzar a buscar un cambio saludable para la vida social, emocional y psicológica . Felicitaciones por la nota y los cambios logrados!!
Qué buena analogía, la siguiente ocasión que vaya al súper, pensaré en la inflamación financiera que tengo! Gracias
Buenísimo! Me encantó leerlo y darme cuenta que no soy la única que tiene inflamación financiera! Pero lo mejor es que estamos en recuperación ❤️