No puedo dártelo todo:
mis pensamientos,
mi tiempo,
mis ganas de querer de nuevo,
pues vivo soñando entre nubes,
buscando estrellas fugaces
que desaparecen en el cielo.
Querer cambiarte,
o cambiar yo,
para jurarnos cariño eterno,
es meternos en una jaula
como pájaros de cautiverio
que sueñan con volar alto
sin poder despegar del suelo.
No me es ajeno tu silencio,
ni tus problemas,
ni tus defectos.
Sin embargo,
sigo admirando
lo que alguna vez demostraste,
y ahora
sólo queda un reflejo.
Lo que parecía hermoso y sincero
se fue convirtiendo en dolor,
con un sabor agridulce
mezclando soledad y miedo.
Quiero ser tu mejor compañía
en el camino
y en tus vuelos,
celebrar contigo tus logros
y aplaudirlos con esmero.
Pero no puedo ser la llave
que abra tu puerta al cielo,
mientras me quiebro en mil pedazos
para mantener tu corazón tibio
en un invierno infinito,
cuyo frío destroza mis huesos.
5 comentarios
Excelente amigo César! Felicitaciones!
Un gran y profundo abrazo para uno mismo, pues no podemos amar sin ser amados antes por nosotros mismos.
Muy lindo TU poema amigo
Excelente tu poema, Cesitar querido, espero seguir deleitándome con ellos, un abrazo fuerte
Muy bonito como siempre mi hermanito querido calidad