Solo cuatro personas en el mundo
llegaron a conocer mi infierno,
porque solo cuatro personas
sostenían esa realidad.
Un delirio compartido,
una locura familiar,
un vínculo que se sostenía
a partir de agresividad.
De comprarle a otro el cuento
de lo que era realidad,
y el que retaba su locura
de loco se iba a etiquetar.
Y ahora veo a esas cuatro personas
separadas por el mundo,
solas,
sin un soporte,
pero con un rumbo.
Buscando sanar, lograr, salir adelante,
pero todos cargamos
ese peso tan gigante
de un pasado doloroso,
de un delirio compartido,
de una familia rota,
de cuatro corazones malheridos.
Y ahora cuesta,
cuesta mucho
poderse relacionar
sin que esas dinámicas hirientes
vuelvan a salir a jugar.
Y entonces estamos solos,
esos cuatro delirantes,
intentando reconocer el mundo
después de años y años de delirar.