Ya no miro a mi alrededor pensando que cada espacio y rincón desolado en este invierno lluvioso me roba la libertad serena de experimentar tranquilidad. Mis labios, secos por el frío, y la poca luz que entra por mi ventana me hacen sentir que estoy vivo, y que es preciso continuar.
El mundo ha olvidado mi rostro, y mis pensamientos, sin voces, no aparecen en ningún chat. Mi teléfono ya no suena, mis redes sociales están neutras; no hay amigos, tampoco excesos. Ya no intento dormir despierto. Tal vez, con el paso del tiempo, la soledad se vuelve un encuentro: un espacio y un momento que abrazas con la eternidad.
Como un personaje perdido en algún libro de García Márquez, la vida me recuerda lo bonito de soñar e imaginar que, aun en lugares oscuros, el universo y tu escudo siempre abrirán muchas puertas para volver a empezar.
Un chocolate caliente y la lluvia, que a diario aparece, me acompañan firmemente en una vida sin parientes. Mi congregación me vetó por incoherente; sólo Dios ha podido quedarse y no darse por vencido ante toda mi terquedad.
Han pasado 11 años desde que decidí, firmemente, que era necesario cambiar. El resultado de una década no está plasmado en activos; no hay cuentas en el exterior ni propiedades de lujo. Tampoco he viajado por el mundo, como pudieran pensar.
El éxito es un camino andado y no llega por casualidad. Mientras tanto, yo sigo pensando: vale la pena continuar.
4 comentarios
Profunda realidad que toca muchos corazones se plasma con excelente pluma!! Felicitaciones Cesar Tovar!!
Muy lindo amigo. Un Abrazo grandote jajaja
En el acto pensé que arrancaba algún libro de Ruiz Safón o incluso al propio Varguitas. La Lima lugubre, panza de burro de Bryce. Muchas nostalgia juntas.
Eso si, vale toda la pena: «el cambio es la única constante» y cuando voltees la vista para atrás, verás lo mucho que ya avanzaste. Además la soledad es adictiva y cuando la entiendas en toda su magnitud, no la querrás cambiar por nada que no valga la pena
Calidad mi hermano querido