Propósitos de 2025

Cada año me propongo dos o tres objetivos de año nuevo, es una pequeña lista imaginaria que me doy a la tarea de llevar a cabo durante el año entrante y este por supuesto, no fue la excepción.

A veces los logro, otras tantas solo algunos, y en la gran mayoría solo alcanzo a completar uno, pero nunca me doy por vencida. Así he conseguido hacer un poco más de ejercicio, mejorado mi alimentación; los cigarrillos cada vez son menos, de fumar 2 o 3 al día, ahora son 2 o 3, pero al mes… y no pierdo la esperanza de dejarlo por siempre.

¡¡¡Leer!!! cada año me propongo leer un poco más, pero este año decidí escribir más ¿cómo surgirán las ideas? Eso aún no le he definido. Sin embargo, se me metió a la cabeza el propósito de estudiar un curso, un idioma… no sé, algo, pero estudiar.

Mientras mi cabeza daba vueltas para saber que iba a elegir, me dio un cargo de conciencia.

Sí, un sentimiento de creer que no me daría tiempo o peor aún, llegué a pensar que no tenía la edad, porque llamó mi atención una invitación para cursar un diplomado en Marketing y Estrategia de Redes Sociales, y pensé: ¿a mi edad?… Además, con los niños tengo mil cosas en qué pensar, qué hacer y qué resolver. ¡¡Pfff!! No, no creo que este año lo pueda lograr.

Las mujeres somos más espirituales e intuitivas.

Siempre he creído que podemos convertir lo ordinario en algo extraordinario pues fuimos creadas genética y psicológicamente para concebir, para dar y para nutrir, tenemos un sexto sentido para detectar lo que una persona necesita, incluso antes de que ella misma lo sepa.

Creo que muchas de nosotras hacemos hasta lo imposible para hacer felices a quienes amamos, en especial las que somos mamás.

Sin embargo, surge un problema y este es cuando nos convertimos en mujeres complacientes y nos olvidamos de nosotras.

Para las mujeres, vivir momentos dedicados a nosotras mismas es un asunto de sobrevivencia psicológica y espiritual; de otra manera, todas las tareas que hacemos y lo que damos a quienes nos necesitan, terminan por debilitarnos emocional y físicamente.

Después de unas vacaciones navideñas donde la convivencia con nuestros familiares y amigos es más frecuente, me convencí de que necesitaba un momento de descanso, de soledad, de diversión, de reflexión, de darme por lo menos una hora al día solo para mí.

Preciso recargar mi espíritu para poder dar sin resentir y llegar al borde del desmayo, incluso con un poco de silencio para alcanzar una quietud interna. Necesito parar y escuchar a mis pensamientos, a mi corazón por un momento, para recobrar energías.

Me pregunté ¿por qué a veces nos incomoda tanto darnos gusto? ¿por qué sentimos que tenemos que regresar el doble a cambio del rato que nos dedicamos a nosotras?

Algunas mujeres, y en especial las mamás sentimos que, al darnos nuestro tiempo, abandonamos ese pequeño mundo que hemos construido. Nos sentimos mal si decidimos agendar un espacio para leer, para ir una clase, escuchar música o simplemente estar en quietud y silencio.

Buscar y encontrar en mi interior eso que me llena y me hace ser mejor persona, porque una vez que los míos vean en mis ojos ese brillo recuperado y me sientan de mejor humor, con más paciencia y presencia, mejorará la relación.

Recordemos que la transformación siempre será de adentro hacia fuera.

Por lo pronto, no me eché para atrás y me inscribí al diplomado. Para ser sincera me siento como en si fuera mi primer día de clases y eso, que aún no empieza.

Y tú ¿qué propósito tienes para este año?

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