Salud mental, dos palabras que significan tanto, que reflejan historias de vida complejas, dinámicas personales y familiares lastimadas, decisiones difíciles para quienes viven una falta de lo que estas palabras representan, el deseo/anhelo de restablecer esta salud y vivir más libres, ligeros, alegres, con tranquilidad, en amor.
De alguna manera, nuestras historias de vida transgeneracionales abonan o no a la salud mental, eventos que manteniéndose en el inconsciente familiar predisponen a las personas hacia pensamientos, emociones, acciones que a la vista de muchos no tienen sentido ni utilidad, pero que para la persona que los manifiesta son esenciales y quizá la única forma que encuentra para mostrar su lealtad amorosa al sistema familiar.
La dinámica de la enfermedad mental tiene varios componentes, y desde mi perspectiva uno de estos lo constituyen los hechos que han sucedido y/o siguen sucediendo en el contexto familiar; eventos como violencia física, verbal, sexual, casos de homicidio y/o suicidio, adicciones, situaciones de injusticia que representan un desbalance significativo entre lo que se da y lo que se toma, exclusiones de alguno o algunos de los miembros del sistema.
Cuando este tipo de eventos, que suceden en toda familia en algún momento de su historia, por la razón que sea no son atendidos ni resueltos, es como dejar la puerta abierta para la enfermedad mental, y cerrarla para la salud mental; se van conformando dinámicas (muchas de ellas inconscientes) que propician que algún miembro de la familia adopte amorosamente síntomas que en el fondo lo que buscan es precisamente restablecer la salud no solo personal, sino del sistema familiar.
Algunas familias perpetúan los síntomas de la enfermedad mental (sin tener una intención consciente de ello), tomando decisiones difíciles, como por ejemplo, abandonar al miembro de la familia que presenta los síntomas, ocultarlo a la vista de los demás con una sensación de culpa o vergüenza, y en el mejor de los casos llevarlo a algún lugar donde personal preparado para atenderle puede hacerse cargo de esta persona.
Me parece que en su corazón, las personas que asumen algunos síntomas de enfermedad mental y sus familias, todos desean restablecer la salud mental y poder seguir construyendo contextos armoniosos donde pudieran convivir sanamente todos y cada uno de los miembros del sistema familiar; el asunto es que, por la razón que sea, no encuentran la manera de lograr esto, y muchas veces se resisten a buscar ayuda profesional que pueda apoyarles en este desafío.
Ya sabemos que no existen respuestas mágicas, recetas aplicables a todos los casos, pero si contamos con algunas ideas fundamentales que son de apoyo para quienes anhelan esa salud mental que les permita vivir de maneras más libres, ligeras, con tranquilidad, con paz; lo primero es encontrar ayuda profesional que oriente/guíe las decisiones que como familia y de manera personal puedan tomar, también es importante considerar que hay muchos enfoques de ayuda o acompañamiento para este tipo de situaciones, luego de elegir la ayuda que crean será la mejor, asumir la situación como un asunto sistémico, que involucra a toda la familia, que es dentro de la familia precisamente donde podremos encontrar una respuesta a lo que estamos requiriendo.
Abordando la situación desde el enfoque de sistemas, lo que corresponde es tener la consciencia y la disposición para identificar a los excluidos de la familia e incluirlos de la mejor manera posible para todos, identificar las injusticias vividas por alguno o algunos de los miembros del sistema y propiciar la reparación de las mismas hasta donde se pueda, mirar las lealtades que hemos asumido y elegir mantener aquellas que nos favorecen y cambiar las que no, honrar las decisiones que cada uno de nuestros ancestros tomaron y asentir a las consecuencias que eso representa para las siguientes generaciones, respetando el destino de cada uno, eligiendo continuar haciendo lo mejor que puedas a partir de ello.
Aunque el camino sea complejo, la búsqueda de ayuda profesional puede transformar tanto la vida personal como familiar.