¿Qué sucede en el corazón de quien reniega de sus raíces?, ¿Qué le impulsa a adoptar esa actitud?, ¿Cuáles son los efectos para la persona y su descendencia?
Cuando renegamos de nuestras raíces en automático renegamos de nosotros mismos (consciente o inconscientemente), nuestro corazón se contrae, se vuelve más pequeño, se endurece, no hay cábida para afectos positivos, muy probablemente experimentaremos ansiedad, desasosiego, incertidumbre, tensión, insatisfacción; es posible que nos sintamos perdidos, vacíos, solos, el dolor es grande al no encontrar la manera de permitirnos expresar nuestro amor en formas saludables, adultas.
Obviamente no tengo la certeza de lo que impulsa a las personas a adoptar esta postura ante sus raíces, pues cada caso es distinto uno de otro, pero lo que puedo intuir y lo que he podido apreciar a lo largo del tiempo que tengo acompañando a personas en este tipo de procesos, es que en el fondo lo que propicia esta actitud es un impulso amoroso, pero infantil, un amor de niño que mantiene el pensamiento mágico propio de esas edades; un deseo de que las cosas sean distintas de como fueron o como han sido hasta hoy, como si al renegar de lo que fue, con eso pudiera cambiarlo, una sensación de insatisfacción que le empuja a creer que puede lograr cambiar la historia tan solo por el rechazo hacia sus raíces.
Hay quienes se avergüenzan porque sus padres o abuelos fueron personas humildes, sin preparación académica, con pocos recursos económicos, de orígenes indígenas, o porque alguno de sus ancestros cometió un delito o desarrollo adicciones, y creen (este es el pensamiento infantil) que al negar o renegar de dichas raíces, estas pueden ser “borradas” y sustituidas por otras que le parecen mejor a la persona; hay quienes piensan que fingiendo tener otras raíces, en automático eso se hará realidad, y de esa manera actúan como si no fueran ellas mismas, pero es solo eso: una actuación, pues en el fondo sus raíces siempre están presentes.
Esta es una manifestación de amor desordenado, infantil, que puede provocar diferentes efectos en cada persona, desde el aislamiento, la poca fortuna en las relaciones interpersonales, o en los contextos laborales, una salud deficiente, una dificultad para acceder a la abundancia, al éxito, una predisposición a alguna adicción, etc; y con frecuencia estos efectos suelen ser poco conscientes, poco entendidos por quienes los padecen, y penosamente, sin la consciencia, sin el entendimiento, la posibilidad de generar algún cambio es mínima.
Si te das cuenta que tu corazón presenta alguno de estos síntomas, si eres consciente que tu salud, tu mala fortuna, tu dificultad para las relaciones, etc, puede relacionarse con una actitud que reniega de tus raíces, sería de ayuda que hicieras un ejercicio mediante el cual logres mirar tus raíces, reconocer todo lo que éstas te han ofrecido y siguen ofreciendo, agradecer a cada uno de tus ancestros por lo que hizo o dejo de hacer, y elijas tomar todo eso para hacer con ello lo mejor que puedas; te ayudará mirar a los ojos de cada uno de los que estuvieron antes que tú y solicitar que te miren con buenos ojos, que te otorguen su bendición para que tu puedas hacer cosas diferentes a ellos, en honor a ellos precisamente.
Reconociendo y asintiendo a tus raíces será mucho más probable que tus ancestros te otorguen su bendición, y con ésta, mucho más probable que el camino hacia tus metas u objetivos sea más claro y accesible, que puedas experimentarte pleno, acompañado, feliz.