Amá

Recién se escondía el sol cuando comenzaron asomar las primeras luces de la villa. El vendedor debió reforzar el encendido de luces del local. Se apagaba el cielo y comenzaba a encenderse con más fuerza el mundo artificial. El vendedor sintió una sensación similar en su interior . Sintió que con aquel atardecer moría ese día para pausar y dar comienzo a una nueva oportunidad que vendría de la mano del próximo amanecer.

Todo comienza, todo termina. Todo muere para nacer. Un ciclo que se repite todo el tiempo-pensó.

Abstraído en sus pensamientos solo escucho un golpe en seco. Eso fue lo único. Aquella tarde fría de fines de otoño sus pensamientos se verían reflejados en su vecina. Amá, es su nombre.

Casi finalizando la jornada Amá viviría la muerte de cerca. Su compañera, aquella que sabía de sus dolores y de sus penas, aquella que nunca juzgaba, miraba atenta y siempre tenía motivo de festejo, ya no estaba.

¡Cuánta impotencia, cuánta injusticia en ese momento se hicieron presente para opacar su día!.

La compañera de Amá había llegado hacia ocho años. Traída de un refugio. “Una historia muy dura”-dijeron los cuidadores transitorios. Había sido encontrada errante, extremadamente delgada, toda llagada, con su dolor a flor de piel. “La encontraron abandonada con cachorros, solo falta ubicarla a ella”-señaló la mujer que acompañaba al cuidador.

Aquel ser tierno, adorable, con mirada temerosa, tiritaba ante quien sería en los próximos años su amá. ¡Pero cuidado!!!, no me refiero a ama como la dueña o propietaria de una cosa, como una mujer que tiene uno o más criados… me refiero a Amá con el acento puesto en la última vocal: “AMÁ” . Ese nombre femenino que coloquialmente se usa en las zonas rurales de Colombia para dirigirse cariñosamente a la madre. Aquella que nutre, que acompaña, que está siempre, que cobija, que enseña, que alimenta, escucha, ayuda, colabora, abraza, mima, apapacha. Esa Amá.

Y así fue que sus miradas se cruzaron, la de aquel ser frágil y temeroso, que venía de vagabundear… quien sabe durante cuánto tiempo, que había pasado hambre, frio … y lo peor, había sufrido la violencia en carne propia de seres parecidos a sus cuidadores temporales y a quien seria su futura Amá.

Amá por otro lado venía de padecer algunas situaciones que habían sido un trago amargo y difícil de digerir en su vida. Amá es una mujer de noble corazón, voz tierna y suave, que sabe escuchar, que es dócil y amable. Un poco callada e introvertida a veces, pero que se rinde ante una buena melodía y gusta de danzar hasta que sus pies no den para más.

¡Error! Nombre de archivo no especificado.

Amá y Blanquita, ese fue el nombre con la que Amá la nombró aquel día, se miraron y desde ese instante compartieron sus momentos de soledad en la villa.

Aquella tarde, ya por anochecer, Blanquita saltaba y ladraba ¡ vaya que lo hacia fuerte! pidiendo salir a dar su vueltita habitual de esquina a esquina, visitando cada vecino, regalando su alegría, con su capita violeta. Amá le abrió la puerta. Blanquita se deslizó y la miró con esas mirada eterna, que lo dicen todo sin decir nada, esas miradas que te envuelven el corazón y hacen sentir: “no te preocupes, aquí estoy, con vos, todo está bien”.

Y salió hacia su ¿destino ?

Un imprudente dobló la esquina apurad@ en ganarle al reloj, al tiempo, vaya a saber uno a quien quería ganarle para ir a esa velocidad…. y se encontró con una juguetona Blanquita . Luego un final anunciado. Lo más injusto es que ni siquiera paró a ver qué había sido aquel golpe en su vehículo, las consecuencias de su accionar de conducir de ese modo. Allí quedó tendida sobre el asfalto, ya nada se podía hacer. Solo recordar aquellos momentos de amor , compañía y acompañamiento que habían compartido Amá y ella.

Triste SI…

injusto SI…

Prevenible SI…

No sé si era su destino, probablemente Blanquita había terminado con su misión aquí en la tierra, pero seguramente pudo ser de otra manera. Si asumiéramos la responsabilidad de las acciones, probablemente no podamos cambiar el resultado de ellas, pero si la forma de pararnos como seres humanos , mostrando nuestra humanidad ante esos seres indefensos que solo nos dan amor, nuestras mascotas, las mascotas de otros, todas las mascotas, sea cual sea su especie.

Aquella noche de fines de otoño el vendedor acompañó a Amá a enterrar a Blanquita en el patio. La luna iluminaba fuerte. Amá plantó un geranio rojo sobre la tierra removida . Más de una lágrima despidieron a Blanquita, expresando las gracias por haber sido guardiana de Amá por ocho años.

Esa noche el vendedor regresó más tarde que de costumbre rumiando dos palabras: muerte-vida.

Historias de la villa que pasan aquí y allá. Me pasa, te pasa, nos pasa.

Historias alteradas, integradas y ampliadas de la villa….

IG: @humanear__

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