Leyendo la novela de Abraham Verghese Hijos del ancho mundo, me encontré con una frase que me impactó: “Todos estamos arreglando lo que se rompió. Es tarea de vida entera. Dejaremos mucho inconcluso para la generación siguiente”. Esta idea refleja, en parte, mi filosofía de vida a partir de que abracé el enfoque de las Constelaciones Familiares.
Es parte de nuestra historia personal, y de la historia del ser humano, provocar (consciente o inconscientemente, con intención o sin ella) heridas a algunas de las personas más significativas para nosotros. Es paradójico que lastimamos a quienes más amamos; un padre o una madre ama a sus hijos y, aun con todo ese amor, hacen algo o dejan de hacer algo que provoca una herida en el alma, en el corazón de ese hijo.
¿Esto les convierte en una mala madre o en un mal padre? No, por supuesto que no. Estos padres tan solo continúan arreglando lo que se rompió en algún punto de su historia, con alguno o algunos de sus ancestros (sus propios padres, sus abuelos o incluso generaciones más atrás)… Y, como sea, a su vez ellos dejarán tareas para las siguientes generaciones. Es parte de nuestra naturaleza humana.
Con frecuencia me encuentro con personas que tienden a culpar a sus padres por lo que están viviendo en la actualidad, juzgando, a veces con extrema dureza, las decisiones que ellos tomaron o la forma en que les educaron. También he acompañado a personas que se culpan a sí mismas, que experimentan vergüenza por quienes son o por cómo son. Ambas opciones les impiden transitar sus caminos de una manera más saludable, armoniosa y plena; les atan al pasado y difícilmente pueden disfrutar de su presente ni construir un mejor futuro.
Todos estamos arreglando algo que en algún momento se rompió. Para todos, esto representa una tarea de vida. ¡Qué mérito para aquellos que se ocupan del mayor número de asuntos posibles mientras viven! Y, aun así, las generaciones siguientes se encontrarán con retos similares: tendrán que arreglar aquello que a sus ancestros no les fue posible resolver.
Ahora bien, ¿qué significa “arreglar”? Para mí significa mirar con mayor amplitud y desde otra perspectiva nuestra historia, desarrollar una actitud compasiva (sin juicios) hacia nosotros mismos y hacia quienes están o estuvieron antes que nosotros, hacernos cargo de la parte de responsabilidad que nos corresponde, asentir a lo que fue/es tal y como haya sido, aprovechar lo que nos ofrecen u ofrecieron nuestros ancestros y hacer lo mejor que podamos con ello. Reconocer los cimientos que representa nuestra historia familiar y construir lo nuevo sobre esta… Reconciliarnos con nosotros mismos, con nuestras raíces, con nuestros padres, pues creo que solo así tocaremos eso que llamamos sanación. Solo así contribuiremos a la sanación de nuestros hijos y de sus hijos.