“Dar Todo” en una Relación: ¿Un Error que Nos Desgasta?

¿Cuántas veces hemos dicho: “Doy todo en esta relación”, “Me entrego completamente a esto que voy a hacer” o “No me guardo nada”?
Suena admirable, pero ¿qué implica realmente? ¿Es posible, sano o siquiera efectivo darlo todo?

Cuando decimos estas frases, nuestro cerebro lo toma de manera literal. Toda nuestra energía se vuelca en un solo lugar, dejando de lado otros aspectos esenciales de nuestra vida. Y esto, lejos de ser una virtud, puede llevarnos al desgaste, la frustración y la sensación de que nada es suficiente.

La clave está en entender que no se trata de dar todo, sino de dar lo necesario y en la medida justa. Para eso, primero debemos reconocer los micro roles que jugamos en nuestras relaciones y aprender a fragmentarlos de manera consciente.

El error de usar un cañón para apuntar a una manzana

Imagina que tienes que acertarle a una manzana con un proyectil. Si usas un cañón, la destrozas y, de paso, rompes todo a su alrededor. En cambio, si usas una flecha, puedes dar en el blanco con precisión y sin desperdiciar energía.

Lo mismo pasa con nuestras relaciones. Cuando asumimos que debemos darlo todo, estamos usando un cañón: ponemos en juego energía de más, nos agotamos y afectamos otros aspectos de nuestra vida. Pero si logramos identificar con precisión qué parte de nosotros se necesita en cada situación, podremos actuar con más claridad y efectividad.

Y esto no significa que estaremos dando menos o reteniendo energía. Al contrario, dirigir conscientemente la energía a lo que realmente lo requiere nos permite ser más efectivos sin comprometer el resto de nuestros roles.

Identificar los micro roles

Para empezar, hagamos un ejercicio simple:

  • ¿En qué espacios de mi vida participo? (Familia, trabajo, comunidad, grupos de amigos, habitante de este mundo…)
  • ¿Con quiénes me vinculo en cada uno de esos espacios?
  • ¿Qué parte de mí pongo en juego en cada relación?

Porque los roles me pertenecen a mí, no a la otra persona. Yo decido con quién los vivo, cómo los vivo y hasta qué punto. No son impuestos, sino elegidos.

Por ejemplo, en mi trabajo puedo ser:

  • Líder de equipo.
  • Compañera de un grupo.
  • Mentora de alguien más joven.
  • Aprendiz de alguien con más experiencia.

Y en mi relación de pareja, puedo ser:

  • Amiga.
  • Compañera en la vida cotidiana.
  • Persona con quien compartir la crianza de los hijos.
  • Pareja en la intimidad.

Entre otros, cada uno de estos roles es un fragmento, y no necesariamente deben estar todos juntos para que el vínculo funcione.

Meter todo en la misma bolsa en la pareja

En la relación de pareja, muchas veces asumimos que todo está interconectado, cuando en realidad hay múltiples roles dentro del vínculo:

  • Rol de amistad: cómo nos divertimos y nos acompañamos.
  • Rol de compañeros en la vida cotidiana: compartir tareas, crianza, proyectos.
  • Rol de intimidad: el deseo, el afecto, la conexión emocional y física.

Si algo empieza a fallar en la relación, a menudo sentimos que todo está mal, cuando en realidad puede ser solo un rol el que necesita atención o reajuste.

Por ejemplo, si la amistad en la pareja se ha deteriorado, pero la convivencia y la intimidad siguen bien, ¿realmente es necesario replantear toda la relación?
O si la intimidad ya no es la de antes, pero el vínculo de compañerismo y respeto sigue sólido, ¿se puede redefinir el lugar que ocupa ese rol sin que el resto se desmorone?

A veces, al quitar un fragmento que está en crisis, el resto del vínculo mejora. Otras veces, descubrimos que sin ese fragmento, el vínculo deja de tener sentido.
Lo importante es hacer este análisis desde una mirada consciente y no desde la confusión de “todo o nada”.

Reflexión final

En lugar de decir “Doy todo”, podríamos preguntarnos:

  • ¿Qué parte de mí requiere realmente esta situación?
  • ¿Estoy usando un cañón para apuntar a una manzana cuando solo necesito una flecha precisa?

Si identificamos nuestros micro roles y elegimos conscientemente cómo los distribuimos, nuestra energía, nuestras relaciones y nuestro bienestar se equilibran mejor.

Ahora te pregunto:
¿En qué áreas de tu vida podrías aplicar esta fragmentación para evitar el desgaste y mejorar tus vínculos?

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